El hogar digital optimiza la calidad de vida de personas dependientes y mayores
La esperanza de vida ha aumentado a
lo largo del último siglo de manera exponencial. En España entre 1992 y 2013,
los hombres han pasado de tener una esperanza de vida 73,9 a 80 y la de las
mujeres de 81,2 a 85,6 años, según datos del INE. Se calcula que en el año 2050
España será el tercer país más envejecido del mundo, por delante de Japón.
El cambio de la estructura
sociodemográfica también afecta a la organización familiar y social.
Actualmente los modelos familiares han cambiado y en una misma época pueden
llegar a coexistir hasta cuatro generaciones.
Aunque la vejez no es sinónimo de
fragilidad, es evidente que se vive más, pero también se enferma más. El
envejecimiento crea nuevas necesidades sociales como la dependencia de las
personas mayores. Se calcula que alrededor del 20% de los mayores de 65 años son dependientes en
algún grado. No existe todavía suficiente conciencia social sobre los problemas
que tienen las personas mayores dependientes, salvo cuando surgen en alguna
familia.
En líneas generales, las personas
mayores prefieren continuar viviendo en sus hogares y recibir la asistencia a
domicilio. Así, las tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) se
han convertido en una herramienta esencial para promover la vida independiente
y mejorar la calidad de vida de las personas mayores.
Las necesidades a cubrir se pueden agrupar
en cuatro apartados: seguridad, movilidad y confort, cuidados de salud y ocio y
entretenimiento. Aunando la búsqueda de cubrir estas necesidades a través de
las TIC nace el concepto de Hogar Digital.
EL hogar digital permite la
automatización y coordinación de todos los dispositivos de la vivienda que
puedan ser controlados para simplificar y mejorar la calidad de vida de las
personas residentes. La adaptación domótica de las viviendas a las necesidades
de las personas mayores hace posible reducir su nivel de dependencia y
recuperar su autonomía. También se reducen los costes sanitarios y de
institucionalización, mejora las relaciones sociales y puede ser una
herramienta de rehabilitación y prevención.
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